¿Cuál es la demanda energética de una impermeabilización y cómo reducirla?

La contaminación ambiental es un problema a escala mundial que cada vez toma más protagonismo en el sector, al ser los edificios causantes de un gran porcentaje de las emisiones generadas.

Uno de los factores a tener en cuenta es el efecto isla de calor: hoy disponemos de láminas o membranas líquidas impermeables auto protegidas que cuentan con un alto SRI (Índice de Reflexión Solar), gracias a una capa de alta reflectancia, con colores muy claros que contribuyen al enfriamiento pasivo de los edificios, reduciendo la demanda energética de refrigeración y, en consecuencia, mejorando el confort y reduciendo las emisiones de CO2.

Para reducir el efecto isla de calor, otra alternativa que cada vez se está implantando más son las cubiertas verdes, que influyen en mayor grado que las de alta reflexión en el confort térmico interior. En el caso de que se utilicen variedades de tipo tapizante autóctonas -que apenas requieran riego-, se añade un factor de mejora a esta alternativa.

Estos espacios verdes en cubierta crean nuevos entornos útiles en los edificios que disminuyen la contaminación ambiental; existen varios tipos de cubiertas verdes que cumplen esta funcionalidad:

  • Cubiertas extensivas: son cubiertas con vegetación de raíz poco profunda, y con un mantenimiento reducido que suelen utilizar plantas autóctonas de crecimiento lento, por ejemplo, las suculentas.
  • Cubiertas semiintensivas: que requieren un mayor espesor de sustrato, al utilizar vegetación con raíz más profunda. Requieren un mantenimiento y riego por las variedades que se utilizan: cespitosas, subarbustivas, arbustivas, vivaces y herbáceas perennifolias.
  • Cubiertas intensivas: el espesor de sustrato va desde los 10 cm hasta los 2m, por lo que, a gran cantidad de sustrato, la capa aislante puede llegar a no ser necesaria, siendo necesario reforzar la estructura.

Otra de las apuestas para reducir la contaminación son las láminas descontaminantes que contienen dióxido de titanio (NOx); gracias a este componente son capaces de descontaminar por fotocatálisis. Cuando están bajo el efecto de los rayos UV de la luz solar, descomponen los óxidos contaminantes que se evacúan por las aguas pluviales.

Un elemento que también habrá que tener en cuenta y que se acoge a nuevas normativas es el gas radón: se trata de un gas radioactivo presente en el suelo y rocas que no tiene olor ni color. Es por ello que actualmente, para trabajar las impermeabilizaciones en la cimentación, se utilizan con mayor frecuencia las láminas impermeabilizantes barrera de gas radón.

Cada vez más, los fabricantes realizan una clara apuesta por productos sostenibles; existen materiales que cuentan con una Declaración Ambiental de Producto o Eco-etiqueta, donde se incluye el impacto ambiental del producto, y sellos ambientales como LEED, BREEAM o VERDE.

Contar con equipos profesionales conocedores de estas alternativas y materiales de calidad con las etiquetas correspondientes ayudan a que los nuevos proyectos de construcción que se realicen sean cada vez más consecuentes y responsables con los impactos ambientales que se generan.

 

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